Yo era aficionado a su
encanto y en su pueblo las mujeres murmuraban y los ancianos preguntaban…
En qué esquina su mirada
tierna robaba los corazones frágiles…
Y si habría que preguntarse
algo yo te lo preguntaría…
Cómo es la mueca de tu cara
en la madrugada frente al frío…De qué color es tu abrazo junto al alba…Dónde descansa
tu cabello en esas noches de verano.
Se fue una mañana sin
despedirse, sin siquiera conocer el sabor del amor, regaló sus juguetes en glorietas
y sus besos no llegaron a madurar.
Yo la miré de lejos y le
pedí su amor, sin hablar, en silencio, como la soledad se lo pide al mar.
Construimos historias de
papel en un presente disipado, mientras los besos sólo se dieron en futuros escarchados
y el pasado quedó en letras que nunca se pudieron escribir.
Sólo nos queda soñar, a mí en ti y a ti en instantes existentes.
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