lunes, 19 de agosto de 2013

LA CARTA

No contemos los días para volver a vernos, que los besos que vamos dando sean el calendario tachado en rojo hasta que ocurra la siguiente vez.
Que el campo se riegue con tu recuerdo y la ciudad se intoxique con mi sinceridad, y sea la lluvia de agosto mi plegaria para que el cielo pueda escuchar.
Que tu silueta dibuje la roca más grande para que el pintor la pueda trazar y que tu cuerpo sirva al barro que el artesano deba moldear, y tu sonrisa sea el verso con el que el poeta pueda soñar.
Los caminos quedaron impregnados con tu aroma, en las banquetas ahora se venden sueños, yo pregunto por ti y nadie me contesta.
Ya no hay colores en los murales, se fueron junto al verano que acaba, el mismo que vuela sobre tu mano, como si fueras la dueña del tiempo, de las emociones.
Las canciones se olvidan, los poemas se rompen, los dibujos terminan, sólo me queda tu rostro y esa sensación que me despierta de madrugada y me obliga a mantenerme vivo.
De nueva cuenta seré el itinerante que sigue tu rastro, porque me cuesta estar inmóvil sabiendo que existes, porque mientras gire el mundo y tú gires con él, seguiré mi curso hasta encontrarte.
PD: He bajado cinco kilos desde la última vez que nos vimos. Llego en martes (aún no sé la fecha), me afeité y llevo sombrero de ala corta.


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