Nos
encontraremos en un lugar donde los viajes se hacen costumbre y las siluetas de
nuestras manos entrelazadas se dibujan en la arena, en donde los cielos pintan pisadas
que damos y los aromas se pierden con la brisa del mar.
Navegaremos
por aguas cálidas acompañados de intentos perdurables, beberemos copas sin
nostalgia y repletas de alegría, los veleros dirán tu nombre y los testigos
mirarán gustosos los momentos de felicidad.
Y cuando
caiga la noche, quedará el aliento para revivir momentos jubilosos y nuestros brazos
se volverán en un solo nudo en el que se resguarde la satisfacción de habernos conocido, y descansaré tranquilo y
me soñaré de nuevo contigo, en tu regazo frente a las olas serenas, armónicas.
Y
a la mañana siguiente no nos diremos adiós, ni siquiera un hasta luego,
sólo pensaremos en querernos y en besos
cortos y repletos de ternura y en abrazos de lluvia y tardes frente a iglesias
y miradas reposadas en bancas mientras exploran y reconocen esencias ya descubiertas,
ya por conocer.
Guardaré
en mi bolso el brillo de tu rostro y el molde de tus manos, memorizaré en mis
ojos el peso de tu cuerpo y el octubre en aquél puerto.
Coincidiremos
de nuevo en esos breves instantes que nos da la vida, pero ya será en noviembre Mujer de Octubre.