lunes, 6 de junio de 2011

Coyote

Llegó el calor a la ciudad y junto a éste el inicio de nuestras visitas de principio de semana a la playa. Acostumbramos ir los lunes por la tarde, cuando baja un poco el sol y la gente prefiere quedarse en casa y sólo algunos con una resaca encima deciden pagarle visita al balneario. “El tibiri” sale de la escuela y llama “a la casa”.
No llevamos comida ni visitamos restaurantes, nos vamos con la barriga llena y el corazón aunque con grietas va contento, a la hielera le acompaña unas morenas gordas que sudan al ritmo de los candentes rayos del astro rey y cuando hay dinero unas blancas modelos nos hacen más ligero el viaje y si la plata fue bastante, alguna botana estilo ceviche o camarones ahogados.
Con música que va desde el pop, rock, punk rock, cumbia, balada, cumbia rock y todos esos géneros y subgéneros que se combinan para filtrarse a la realidad igual que los géneros de los seres humanos en los que parece que naciese uno por cada vuelta que la luna le da a  la Tierra, llegamos al lugar en donde huele a playa, en donde el camino se torna azul y quedan atrás las tierras salitrosas y el pueblo que refleja pobreza, que pareciera estar estancado, donde el tiempo no avanza pero el sol no se detiene y oculta dentro de sus hogares a los pocos pobladores que se niegan a abandonar su tierra, cerca de ahí filmó unas escenas María Félix “la Doña” diva del cine nacional y alguna telenovela de Telemundo realizó grabaciones por esos rumbos, tal vez sea ese el orgullo del pueblo y por eso se niegan a mudarse, a buscar sitios mejores con más oportunidades, pero quién se las podría dar.
El camino es escoltado por aguas tranquilas y cerros que se pintan verdes en temporada de lluvias, subidas, bajadas, curvas, rectas, recuerdo cuando durábamos horas en llegar a la playa, cuando todo era tierra y las filas de los vehículos pareciera no avanzar nunca, éramos unos niños que mirábamos el mar como el lugar ideal para divertirnos y nos ponía de mal humor tener que esperar tanto tiempo, pero esta vez la carretera luce sola, alguno que otro carro se visualiza a los lejos, unos que van y otros que regresan, la atmósfera luce perfecta; viento costero, sol cayendo pero que aún mantiene la fuerza que nos recuerda que es capaz de quemarnos la piel, música de fondo y un trago de mi última cerveza estrella.
En el lugar de siempre algunos pescadores por recreación lanzan el hilo al agua para ver su suerte, saben que no llevarán grandes piezas esa tarde, pero se quedarán para echar “carrilla”. Mas adelante la cueva de los murciélagos, no se ve ni uno sólo, saldrán mas tarde a buscar alimento. El puente nos dice que hemos llegado, en el puente viejo el de madera, más pescadores tiran la cuerda.
Miro al mar buscando tu mirada pero no la encuentro, existe sólo tu recuerdo que dejaste como huellas en la arena, esa que alguna vez sostuvo tus pisadas y hoy está para detener mis pies delgados. El viento sopla y le pregunto por ti como si pudiera darme una respuesta exacta, sólo me susurra que esos días no volverán pronto.
El coche se ha detenido pero la música sigue tocando, las cervezas cada vez más frías pero ahora con el riesgo de que se calienten en un abrir y cerrar de ojos lo que nos obliga a tomarla un poco más de prisa. No pierdo mucho tiempo y después de un par de tragos decido ir a nadar.
Alguna vez el mar fue cómplice de travesuras infantiles, hoy vengo en busca de él para enterrar tu recuerdo y encontrar la paz que necesita mi alma. Volteo al cielo y veo el verdadero azul que le da vida al mar, miro a la distancia por mi lado izquierdo y encuentro un grupo de montañas que me saludan y al mismo tiempo se compadecen de mi dolor, en el otro extremo el horizonte mismo donde el cielo y el mar se juntan, ahí hasta donde alguna vez juré amarte, a mis espaldas la arena de nuevo, pero esta vez no hay huellas.
Escogí al mar para olvidarte porque él es capaz de llevarse nuestros dolores, por ahí escuché que alivia todos los males como si fuera remedio casero, pero lo que en verdad creo es que si existe algo a lo que le tengo respeto y cariño es a este inmenso ser que no deja de moverse nunca, tal vez eso debí haber hecho, no dejar de moverme nunca, no aprisionarme en tus caricias ni en tus besos, ni cegarme con tus ojos, pero si el mar mismo se enamora por qué no habría de hacerlo yo también, aunque más que enamorarse tal vez sea el escenario perfecto para los actos más románticos, donde las montañas se juran amor eterno y permanecen juntas la una con la otra por lo largo de los siglos, donde los marineros descubren el verdadero amor a través de sus largos viajes en altamar, donde se guardan las miradas de las mujeres enamoradas que esperan el retorno de su amado. Pero es posible que el mar se enamore del cielo y que por cada ola que naciese fuera como si quisiera alcanzarle pero no puede y aunque por las noches luchará con más fuerza se resigna al amor que le tiene la fina arena, la misma que lo sostiene día y noche sin pedirle nada a cambio.
Grité al cielo suplicando una respuesta, miré al fondo del mar haciéndome mil preguntas, no podía mas que sonreír, queriéndote odiar pero él no me dejó, me sostuvo de pie y cuando el agua parecía más serena me derrumbó de un solo golpe. Me paré de nueva cuenta sonriéndole al sol, al cielo tan lejano y me recosté de nuevo sobre las olas que se mueven como si quisieran que nadie entrara en sus terrenos, pero no, es generoso y por eso le pedí que se llevara mi sufrimiento y lo hizo.
Le agradecí por esperarme tanto tiempo, estaba seguro que sólo él podía arrancarte de mi corazón, no pude llorar porque el mar no acepta más lágrimas, sólo sonrisas y así fue, se llevó el amor que aún guardaba dentro de mi ser, lo convirtió en arena, se fue hasta el fondo del océano y algún día se moverá en contra de la corriente pero esta vez convertido en sirena. Por eso cuentan que las sirenas les roban el alma a los marineros, porque son los amores que nos hicieron daño, los que maduraron pero les llegó el tiempo de pudrirse, pobre de aquél que la encuentre, será tan infeliz como lo fui yo en estos últimos días.
....

No hay comentarios:

Publicar un comentario