viernes, 9 de septiembre de 2011

Una escena vespertina


Cae la tarde y de nueva cuenta me encuentro sentado en una banca color verde en la plaza del pueblo, veo a la gente caminar, niños, jóvenes, en su mayoría son jóvenes, ancianos con movimientos lentos tomando asiento para iniciar a contar sus interminables anécdotas, parejas tomados de la mano como sacados de alguna telenovela, me vienen recuerdos enmarañados, pareciera que alguna vez pasé por esto, algún recuerdo borroso de algún rostro de mujer, cabellos sueltos y palabras hermosas, pero no logro ir más allá de esos recuerdos incompletos.
Regreso a mi banca y es de noche, la tarde se ha ido, más gente se aglomera, comen, ríen, hablan, parejas que hablan, ¡años juntos y aún tienen de qué hablar! Yo sigo ahí, sentado siendo testigo de la realidad, pero cuando menos pienso me extraigo, ya no vivo la realidad, vivo dentro de mí, la mayor parte del tiempo que he estado sentado he estado ausente, mi cuerpo sobre la banca, pero mi mente se ha ido, platico con mi interior, me hago preguntas y me respondo, imagino la realidad dentro de mi mente como si no existiera y todo fuera producto de mi imaginación, regreso.
Regreso sólo para darme cuenta de que soy producto de la imaginación de alguien más, y que lo que pensé que era real resultó falso. Llamada a mi celular que no alcanzo a contestar, termino mi vaso de agua, saludo a alguien sin saber quien es, de pronto me viene el recuerdo de una bailarina exótica que conocí el fin de semana anterior, ¡imaginen que camina por ahí, en la plaza! Seductora, poca ropa y mucha pasión, así son las bailarinas, pero no existen, terminan por ser un personaje muy distinto a su intérprete, así es esto, lleno de personajes por todos lados.
El escenario eterno de la vida donde todos somos actores y espectadores, somos testigos de dramas, de comedias, de romances, todo dentro de un gran escenario ¿cuándo dejó la realidad de ser eso y se convirtió en ficción? “Ficcionamos” la realidad y nos absolvemos del mundo “real” o el que nos parecía real, ¿qué hay de nuevo cada día? Los actores son mediocres, o tal vez sean excelentes interpretando la mediocridad, ya no lo sé, como tampoco sé el final de esta tragicomedia. De nuevo regreso.
Me doy cuenta que es mayor el tiempo que paso fuera del mundo real y me pongo de pie, camino para dejar atrás aquella banca. He visto pasar a esa mujer 3 días alternados, la miraré la mañana siguiente, es guapa, no tiene buen cuerpo, pero es guapa y le miro, me voy.
Camino de prisa como si alguien me esperara y yo estuviera retrasado con mi horario, camino por la calle a veces, cuando las banquetas son imposibles, miro las luces de los carros e imagino que son grandes ojos brillosos que me observan, me encandilan, sigo caminando, ofertas; 2x1, sombreros, botas, parada de autobús, fruta, todo pasa frente a mí como si el viento lo elevara al cielo y lo arrojara contra mi frente, lo esquivo, camino. Cantinas, no son bares, orgullosamente cantinas, música de fondo Julio Iglesias, borrachos en la puerta, porque ellos no son ebrios son “borrachos”, damas los acompañan o se meten solitarias a las cantinas, para mi son damas, señoras, una calle obscura, otra con luz, no importa de nueva cuenta no soy yo quien camina, es un personaje y no es la realidad, es otra escena más en esto de la ficción.    
Llego a mi cuarto, me pongo cómodo, voy al baño, enjuago mis manos, lavo mi cara, me veo en el espejo, soy yo pero caracterizado, barba crecida un poco descuidada, los vestigios de un peinado matutino, mirada profunda adornada con un par de ojeras pronunciadas, marcas de mis años por toda la cara, sonrío, mi papel ha sido del todo bueno.       

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